Texto extraído de uno de los Foros de la comunidad Ivar publicado por "Caminka" el 22/08/22 que referencia el libro de Julio Vázquez Castro llamado “La peregrinación a Santiago de Diego de Guzmán. Diario inédito de 1610, publicado por Alvarellos.
Diego de Guzmán fue capellán real al servicio de Felipe III y Margarita de Austria y peregrinó en nombre de rey y reina en el Año Santo de 1610. La pareja real planeaba ir ellos mismos, pero la reina estaba teniendo problemas de salud después de un nacimiento reciente (murió el próximo año en su octavo parto) y decidieron abandonar el viaje. Con una posición tan alta e importante, Diego y su séquito fueron recibidos en todas partes por altos dignatarios y atendidos en casas ricas. Enumera estos más a menudo que describiendo el viaje real, pero hay algunos datos interesantes sobre las ciudades y las observaciones que tal vez apuntan a su interés personal en el arte. También es muy detallado sobre la catedral de Santiago, sus misas y ceremonias y al describir los regalos que la reina y el rey enviaron. Da la segunda descripción más antigua conocida de cómo se operaba el botafumeiro, por ejemplo (la más antigua es de Hieronymus Münzer de 1494).
La parte realmente interesante fue su viaje de regreso: la comitiva tomó el Camino de Invierno desde Santiago hasta Ponferrada. Este fue, de hecho, el primer relato de un peregrino con el que me encontré que recorrió todo el Camino de Invierno y que (al menos parcialmente) lo describe.
Está en el fol. 47v - 48r, p. 188 - 195 del libro.
Lunes 11 [octubre]. Dijimos la misa en la iglesia y a las nueve salimos a almorzar en la Bega [posiblemente Vedra], a tres leguas de Santiago, en un huerto propiedad del concejo, donde nos acompañaban el arzobispo, su mayordomo y su maestrasala. Salimos a cenar a Chapa [Silleda], otras tres leguas, jurisdicción de dicho arzobispo, donde también nos dio cena.
Martes 12. Fuimos a comer, en cuatro leguas, a un lugar perteneciente al conde de Lemos, donde fuimos acogidos por un alcalde de este pueblo [posiblemente Lalín], y luego fuimos por cuatro leguas más desde allí a un priorato benedictino llamado Chantada. Este es un lugar propiedad del marqués de Astorga y en él se encuentra el convento benedictino donde suele haber tres monjes, y tienen una iglesia, un claustro y una casa fina, y pertenecen al monasterio de San Benito el Real de Valladolid. Llegamos antes de un gran diluvio en medio de la noche.
Miércoles 13. Salimos de Chantada después de haber oído misa y cruzamos el puente de Belasar, llamado así porque dicen que fue construido por un comandante romano llamado Belisario. Esta es una ruta muy rocosa y la pendiente es una de las peores de España; bajo el puente fluye el río Mino. Llegamos a almorzar cuatro leageus desde Chantada hasta Monforte de Lemus, un pueblo en una colina y entramos desde una llanura, que tiene un castillo y casas de piedra, todas rodeadas por una muralla, pertenecientes al conde de Lemos. Dentro de la ciudad hay un monasterio muy antiguo de la orden benedictina, y otro de los franciscanos está fuera de la ciudad, hay un colegio de la Compañía [de la Compañía, colexio de Nosa Senora de Antiga], un famoso edificio fundado por don Rodrigo de Castro, arzobispo de Sevilla, y donde la teología, las artes y la gramática son difíciles de leer y escribir, dijeron que tiene ocho ducados [por valor de alquiler]. Me alojé en el palacio del conde y cené allí.
Jueves 14. Fuimos a decir misa en el citado colegio de la Compañía donde nos hicieron un diálogo y un baile, y almorzamos, esperando al obispo de Lugo que deseaba visitarme. Salimos al mediodía hacia Balle de Quiroga, cinco leguas de rutas pobres e inclinaciones. Llegamos por la noche a las casas llamadas así por este valle y aquí nos llegó don Alonso de Solís, abad de San Clodio [de Ribas de Sil], y nos transportó en un bote a las casas de su abadía, a un cuarto de legua de distancia, y el río que cruzamos fue el Sil. Dormimos en una de las casas de la abadía y la dejamos al amanecer.
Viernes 15. Tomamos otro bote a través del río y dicho abad nos acompañó durante cuatro leguas para almorzar en uno de los lugares de la abadía llamado San Miguel de Montefurado. Vimos la montaña debajo de la cual fluye el río Sil a través de un túnel ancho veinte brasas [brazos?] todos excavados por picos porque la piedra es todo de sílex; dicen que es obra de los romanos, y en la cima de la montaña siembran y hay vides. Almorzamos en este lugar y luego nos fuimos a dormir cuatro leguas más allá de un lugar llamado el Barco [de Valdeorras], que pertenece al conde de Ribadavia, y está en la orilla del río Sil.
Sábado 16. Salimos al amanecer y viajamos a almorzar, durante cinco leguas, en un lugar que llaman Las Borenas, a lo largo de la orilla del río Sil, [el pueblo] pertenece al marqués de Villafranca [del Bierzo]. Desde allí nos fuimos a dormir a Ponferrada, a tres leguas, y nos alojamos en el convento de San Agustín.
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